top of page
Buscar

¿Mañana?

  • pedrocasusol
  • 9 ene
  • 2 Min. de lectura

Escribe: Thalía Correa


Es domingo, el último día de la semana, casi media noche. Tengo la sonrisa cansada, no quiero volver a entrar, no hay nadie interesante y tampoco de mi agrado. Nunca hay nadie de mi agrado. Miro pasar a la gente riendo, buscando el mejor lugar, respiro. Quiero un cigarro, pero es mejor evitarlo esta noche. Me doy ánimo, la peluca me fastidia. El jueves cumplo 44 años. Quiero dejar de trabajar.


Entro de nuevo y veo a los dos jóvenes de hace media hora, me acerco a ellos bailando al ritmo de la bachata que suena al fondo, con la sonrisa más coqueta que me permite mi humor, les ofrezco mis servicios, 150 por los dos, se miran y empiezan a hablar entre ellos, quieren negociar y yo vomitar, ¿puedo vomitarles la mesa? Me invitan de la cerveza barata que toman, la mezclo con bastante Coca-Cola. Sonrío y sigo moviéndome, mientras finjo escuchar que no están de acuerdo con el pago, bailamos, miro el salón, nada.


Después de dos canciones veo a un abuelo entrando, ya está mareado. Presa fácil. Pasea por todo el local, baila y está solo, pobre perdedor. Cuando se cerca de nuestra mesa le digo salud y me abraza, le doy un besito tímido en el cachete, les gusta eso, creer que encuentran alguien inocente en estos lugares. Los hace sentir poderosos y confiados. Me agarra de la mano y me dice que lo acompañe, los muchachos se quedan diciéndome algo, pero me voy por lo seguro. Lo bueno de los hombres mayores es que cuando vienen a estos lugares vienen con plata. Me dijo que pidiera lo que quisiera de tomar.


De camino a los servicios, veo a los muchachos, están llamando la atención de dos mujeres. A ellas les ofrecieron cócteles. Son jóvenes, coquetas, sonríen sin esfuerzo, están bien maquilladas. Me miro en el espejo, estoy igual de vieja que mi ropa, las arrugas ya se notan y también el poco esfuerzo que hago por verme bien. No llevo maquillaje, solo un top que apenas oculta mi sostén, el short que cargo ni siquiera hace juego. 44 años. No tengo familia y no me preocupa tener una. Estoy más sola que la una y me gusta.


Regreso y el abuelo está bailando solo, se emociona al verme, me abraza. Necesita cariño y yo se lo doy. Le acaricio la oreja y empieza a moverse como si le hiciera cosquilla, se emociona el viejo pendejo. Le agarro la nuca y me pego a su cuerpo. Le digo que vayamos a un lugar más tranquilo, quiero terminar con esto ya. Quiere seguir bailando, espero que vaya al baño. Es hora de irme, pero con la botella de ron. Me despido de los guardias con una sonrisa, la más sincera de la noche. Mi libertad me espera. Hoy sí. Hoy es mi última noche trabajando. No volveré a este mugroso lugar. No bailaré para más nadie.


Despierto asustada, estoy lúcida. Necesito comprar ropa y arreglarme. No puedo quedarme atrás. Esta noche estaré preparada. Me irá mejor.



 
 
 

Comments


Subscribe here to get my latest posts

Thanks for submitting!

© 2023 by The Book Lover. Proudly created with Wix.com

  • Facebook
  • Twitter
bottom of page