top of page
Buscar

La mudanza

  • pedrocasusol
  • 6 feb
  • 2 Min. de lectura

Escribe: Thalia Correa


Despertó asustado. Saltó de la cama. Empezó a guardar su ropa de baño, pero mientras lo hacía se daba cuenta de que no llegaría, sus movimientos se hicieron lentos. Miró alrededor, parecía que un huracán había pasado por la habitación. La buscó con la mirada, ella seguía durmiendo con la ropa del día anterior.


Volvió a mirar el reloj. El bus había partido hace 2 horas. Partió sin él. Empezó a imaginar a sus amigos jugando y riendo, como en todos los paseos, pero este era diferente. Se cambiaba de colegio y de vivienda. No los volvería a ver. Empezó a llorar mientras veía a su mamá dormida. Ella abrió los ojos de golpe y le preguntó por qué lloraba. Lo vio con su mochila azul en mano y recordó que esa mañana tenía un paseo escolar. Se sentó y trató de tranquilizarlo, pero fue peor. Andrés empezó a gritar desesperado. Quería ver a sus amigos.


- ¿Cómo es posible que te quedaras dormida en un día tan importante para mí? ¡Vamos, rápido, todavía podemos llegar!


- ¿Sabes a qué piscina irán?


- ¡No! ¿Tú no sabes?


- No, todos se iban a encontrar en el colegio.


- Vamos, tal vez queda alguien que nos pueda decir dónde están.


- No lo creo, Andrés. Es muy tarde. Disculpa, pero no se pudo.


- ¿Por qué teníamos que hacer la mudanza ayer? No tengo los números de mis amigos, hoy íbamos a intercambiar los contactos. Es el último paseo del año.


- Harás más amiguitos en tu nuevo colegio, Andrés.


- ¡Mamá, no entiendes! No quiero más amigos.


- Siento haberme quedado dormida, hijo. La mudanza tenía que hacerse ayer por la fecha del contrato. Tienes que entender que esto es por un mejor futuro para ti. Mira el lado positivo, ahora tienes tu propia habitación y debes estar agradecido de que podemos alquilar este apartamento. Mejor arregla tus cosas, hay mucho por hacer, avanza mientras yo preparo el desayuno.


Andrés quedó con el corazón arrugadito de la tristeza que le daba no haberse despertado a tiempo. Ya no tenía amigos y a su mamá no le importaba. Intentó levantarse, pero las piernitas le temblaron, se acostó en el piso abrazando su mochila. Gritó:


- ¿De qué sirve tener un cuarto propio si ninguno de mis amigos me visitará? –Nadie contestó.


***


Después de llorar por largo rato, se sentó. Estaba cansado, los parpados le pesaban. No era la primera vez que su madre le hacía perder un paseo. Se culpó a él mismo por confiarse, por no ser precavido. Su madre lo llamó a desayunar.


No podía dejar de ver a su madre mientras comía. Ella no tenía la culpa, estaba cansada y él lo sabía. Andrés apenas iba a cumplir 8 años, pero asumió esa mañana la responsabilidad de sus acciones. Su madre ni nadie haría algo por él. Se sintió avergonzado de su comportamiento mientras comía y ayudó a su madre a recoger y lavar los platos.




 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Comments


Subscribe here to get my latest posts

Thanks for submitting!

© 2023 by The Book Lover. Proudly created with Wix.com

  • Facebook
  • Twitter
bottom of page