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El princesa

  • pedrocasusol
  • 16 ene
  • 6 Min. de lectura

Escribe: Alicia Torres


Llegaré en 20 minutos, le escribió Roberto por whatsapp, Sandra ya estaba lista desde hace aproximadamente 10 minutos, no estaba nerviosa pero sí con algo de expectativa, había aceptado varias salidas con él, por dos motivos, estaba aburrida y por las atenciones y obsequios que había recibido, aunque sí le parecía un poco raro que un amigo sea tan generoso, a pesar de conocerse de hace muchos años, era una situación extraña. Mientras terminaba de cargar su celular, su hermana le preguntó- volverás a salir con él, ay, pero él no era uno de los…-Sandra inmediatamente la cortó, le dijo… nooo, no te metas sino sabes, no es como tú dices y lo otro fue hace más de 12 años, no hay problema con que yo salga con Roberto.


La recogió y en el auto Sandra le iba contando cómo fue su día en el trabajo, ella estaba postulando a un puesto similar en una compañía de la competencia, pero Roberto fingía que la escuchaba pues solo imaginaba en todo lo que quería hacer esa noche, llegaron y entraron al sótano del estacionamiento, él dijo quédate aquí mientras hago el checking. Ella respondió ok. Al salir del auto, un vigilante le dijo a él: ambos tienen que registrarse, son las reglas, por lo que tuvo que regresar al auto a pedirle que suba con él.


Luego de 3 minutos de caminar y subir por las escaleras, llegaron al lobby del Hotel Princesa, el piso era de mármol italiano, el centro tenía el logo del hotel con ribetes dorados y baldosas pulidas de color verde jade, era impresionante, cuando llegaron a recepción, él pidió la suite presidencial, y dejó su tarjeta de crédito como garantía, ella mientras registraba su dni se sintió algo nerviosa, aunque sabía a lo que iba. Cuando estaban en el ascensor ella empezó a temblar un poco, Roberto se dio cuenta y le dijo, Sandra tranqui, no pasa nada, conversemos primero, pues su mayor temor era que ella se arrepintiera de estar ahí o peor aún decidiera irse, llegaron al ultimo piso, pasaron la tarjeta y entraron a la suite presidencial, estaba alfombrada y era bastante amplia, tenía una mini recepción con una Smart TV, muebles bastante cómodos y un cuadro que pareciera ser un grabado de Courbet, al costado de la TV se encontraba una puerta, por la que se ingresaba a la habitación, el mobiliario era de una madera similar al cedro, se notaba bastante clásico pero cálido al mismo tiempo, la cama era tamaño King y el cubrecama era color verde talo, encima de la cabecera de cama también había un cuadro, tal vez estilo impresionista, él entró al baño y le sorprendió el gran espejo, los amenities, el mármol y baldosas, todo parecía nuevo, como si nadie hubiera utilizado antes esa suite. Mientras que Sandra, se dirigió a la ventana y vio que el jacuzzi tenía vista a la ciudad, se emocionó, pensó en que debería de quedarse en la habitación ella sola y descansar, regresó a verlo, su nerviosismo se había transformado en incomodidad, no se sentía que debía de estar ahí con él, efectivamente se estaba arrepintiendo, pero como le decía que no, sentía pena y vergüenza. Se dirigió hacia la cama y se sentó en ella, Roberto la miró y le preguntó, cómo te sientes, ella sonrío forzadamente, a lo que él dice, no hay problema podemos descansar si gustas y con su mano izquierda mueve una de las almohadas de la cama, de pronto empiezan a salir no una, ni dos, sino 10, luego 20, luego 30 cucarachas y más, más, más, ella empieza a gritar y le dan arcadas, inmediatamente va al baño a vomitar, en ese instante él, con bastante asco y molestia, llamó a recepción y con voz enérgica empezó a reclamar, aunque por dentro sabía que así le cambien de suite, su noche estaba arruinada, tocó la puerta del baño y le dijo vámonos, me han ofrecido otra suite, ella respondió, no hay forma, esto es una película de terror, es la prueba de que nunca debimos de salir y mucho menos venir a aquí.


Salieron rápidamente, Roberto comprobó que no habían realizado ningún cargo a su tarjeta de crédito, lo cual fue un alivio y ambos se dirigieron al auto, saliendo le preguntó a Sandra si quería ir a otro lugar a disiparse, la situación le había producido ansiedad a tal punto que tenía hambre, Sandra solo quería tomar un café o un jugo y aceptó acompañarlo, así dieron vueltas sin casi hablar, hasta que optaron por entrar a un Chilis, se sentaron lejos de todos, en un lugar a media luz, él pidió unas fajitas y un milshake, ella solo una limonada, mientras esperaban su pedido…


Sandra, con un rostro bastante serio y sin pestañear, casi como reclamo, le dice a Roberto: No piensas que lo que nos ha pasado tiene que ver con el karma.


Roberto, bastante extrañado, le responde: ¿Qué? ¿Porqué?


Porque no está bien afanar años a la ex de tu supuesto mejor amigo, le respondió ella…

Roberto se dijo a sí mismo, esta quiere joder, pero le responde, ah lo decías por eso…


Sandra, ofuscada por su falta de interés, ya que estaba mirando más sus fajitas que a ella mientras hablaba, sí, no te hagas… o sea igual fuiste tú, quién me contó que él me estaba sacando la vuelta… él, solo respondió: Sandra, claro, podía ser mi amigo, pero me pareció injusto lo que estaba haciendo, si él no te apreciaba…


Sandra interrumpió, diciéndole tú lo planeaste todo desde esa época… siempre agradeceré tu sinceridad, pero si te das cuenta, es hasta tierno, él me sacaba la vuelta con el amor de su vida, en todo caso fue infiel a él mismo.


Roberto le pregunta ¿lo estas justificando? O ¿ahora eres guardiana de la moral?… antes de que pudiera decir más, Sandra le interrumpe y alzando la voz le dice acaso no te das cuenta, Matias era tu mejor amigo, probablemente sí es un idiota que ni sabía porque estaba conmigo, pues no me quería y no sabemos por qué no se atrevía a estar con el amor de su vida, tarde o temprano íbamos a terminar, pero tú aceleraste el proceso para congraciarte conmigo. Tú perdiste un amigo, salvo que nunca lo hayas considerado tu amigo… Creo que no ves las cosas como son, Sandra, respondió él, los hombres no lo imaginamos así, no son códigos... pero Roberto sabía que siempre fue su plan, él veía a Sandra en la universidad pero nunca se atrevió a hablarle, cuando se enteró que Matias empezó a salir con ella, en parte le dio gusto, pero no mucho, sentía que él era mejor que Matias y que Matias amaba a otra… Sandra siguió y le dijo, deberías ser más sincero contigo mismo, no digo que tenían una falsa amistad sino una amistad basada solo en intereses y gustos en común, yo no podría hacerle eso a alguna amiga, bueno todos los flacos de mis amigas me parecen imbéciles además, Roberto se quedó callado minutos y siguió comiendo, recordó entonces lo que había ocurrido, un incidente con Matias que lo marcó, lo humilló o mejor dicho buleó, y desde ese día continuó la amistad esperando vengarse.


Al terminar de comer salieron y rumbo a la casa de Sandra, Roberto solo pensaba en cómo haría para volver a salir con ella, ella ya más tranquila le dijo, bueno si no se dio fue por algo…. él sonrió y dijo, lo veré a Matias el domingo, tenemos pichanga… a lo que ella respondió, mándale mis saludos y también dile que las sonrisas también se pueden convertir en puñales y mientras más cercanas son pueden ser más sangrientas e inmediatamente bajo del auto, a pesar del asco de las cucharadas, se sintió aliviada porque no quería ni estar con él, ni con ninguna otra persona así de vengativa… él sonrió con lo que ella dijo, hasta le pareció sexy esa postura moralista de ella, cuando bajo del auto, al verla de lejos, se obsesionó más y ese día se quedó revisando los perfiles de Sandra en distintas redes sociales, incluso la hora de su última conexión y así lo hizo toda esa semana…  



 
 
 

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