Capítulo 13: Viejos amigos
Escribe: Rony Mija
-Eres la única persona que se siente mal porque las cosas van bien.
-Soy único…
Por esos días conversar con Gary era mi mejor terapia. La confianza que le tenía era total. Alguien me dijo que los amigos de la niñez son para toda la vida. Y tuvo razón. Cuando éramos adolescentes, cada vez que me embriagaba, me quedaba en casa de él. Recuerdo que una noche en vez de entrar a su habitación, lo hice en el de su hermana, me tiré a la cama y ella gritó asustada. Gary entró y me sacó mientras reía a carcajadas. Su amistad era lo más valioso que tenía porque nunca me juzgaba, después de mi hermana, Gary era la persona que más me comprendía y me quería de forma incondicional.
-Ahora que Antonella regresó me he dado cuenta que no he cerrado ese capítulo… y no dejo de pensar en lo que sucedió.
-Tienes una facilidad para ahogarte en una cucharita. Ella misma te dijo que todo quedó en el pasado ¡Hazle caso!
-Es que no puedo, Gary. Te juro que no puedo…
-Todos sabemos que fue un malentendido. Además, tú estabas hecho un disturbio total y hacías cada estupidez.
Cierto. Aunque debo reconocer que mi vida se tornó incontrolable desde el regreso de Antonella. A veces pienso que todo lo que pasó debía pasar. Es la única manera de entender por qué he llegado hasta aquí con otras intenciones. La fama es algo que no quiero volver a experimentar. Solo quiero estar tranquilo. Me expuse a la gente hasta perderme.
-Sigue repasando tu libreto. Piensa que hoy empiezas una nueva etapa… que nada ni nadie te detenga, amigo.
-Tengo que saber exactamente cómo ocurrió todo…
-¡Y dale con eso! ¡Ya cánsate por favor! Estoy aquí tratando de alentarte y tú pensando en algo que no tiene importancia.
-Si lo tiene para mí. Entiéndeme, Gary…
-Bueno, si tanto te interesa saber cómo pasó, ya sabes qué debes hacer.
El primer día de grabación de Tiempo de Vivir fue un día de mucha adrenalina. El director me enseñó a moderar la gesticulación. Jano, en su personaje, decía cosas inimaginables; y yo, interpretando a un chico entrando a un conflicto existencial, trataba de reconocerme en el libreto. Fueron 12 horas en las que mi mundo empezaba a girar.
Salí de la vieja casona en Barranco donde se grababa la telenovela. Un taxi me esperaba en la puerta. Al subir le pedí al conductor que me llevara a un restobar casi al final de la Avenida Primavera. Entré, pedí un vodka tonic como era mi costumbre. En el local se escuchaba música de Natalie Imbruglia. Como era lunes, había poca gente.
-Hola, Rudy. Cuando me dijeron que estabas aquí no podía creerlo. ¿Cómo estás?
-Supongo que bien. ¿Sabías que ya no estoy en el programa?
-La verdad no veo televisión.
Álvaro Piedra del Castillo no veía televisión. Nunca le gustó. No veía ni siquiera lo que hacían Antonella y Armando, sus hermanos menores.
-O sea que ya no estás en la televisión…
-¡Sí sigo! Es decir, ya no estoy en el programa, pero estoy grabando una telenovela.
-¡Una telenovela! ¡Eso suena muy interesante!
-Hoy fue el primer día de grabación. Es más, vengo de ahí…
-¿Y cómo te sientes con todo esto? Supongo que es una experiencia totalmente nueva para ti.
-Lo es… la protagonista es tu hermana.
-Vaya sorpresa. No sabía que Antonella estaba en Lima. ¿Cuándo llegó?
-Hace un par de semanas. Sigue igual de hermosa…
-¿Aún crees que estás enamorado de ella?
-Estoy enamorado de ella…
Le di un sorbo a mi trago. Álvaro pidió que le llevaran una copa de vino y tapas de jamón serrano. Siempre confié en él. Me protegía como si fuera mi hermano mayor.
-¿El regreso de Antonella tiene algo que ver con tu visita?
-Sí…
-Lo sabía. Yo pensé que me extrañabas. Hace tanto tiempo que no conversamos, como si nuestro vínculo se hubiera roto.
-Para serte honesto, me daba un poco de vergüenza buscarte. Yo sé que la cagué con ganas, pero te juro que no quise joder a nadie.
-¿Y qué esperabas, Rudy? Antonella nos encontró casi calatos en mi cama.
Aún tenía la imagen de Antonella cuando entró a la habitación de Álvaro. Esa noche íbamos a viajar a Máncora con Gary y Jano; pero yo me excusé diciendo que tenía una infección al estómago. La verdad es que estaba con Álvaro bebiendo whisky y jalando cocaína. Nunca supe por qué regresaron a la casa de los Piedra del Castillo.
-Tengo que dejarte. Hay cosas que hacer en la cocina. Yo te invito el trago.
-Espera, Álvaro… ¿Podemos volver a vernos?
-Cuando gustes.
Salí del restobar recordando todo lo que pasó antes de que Antonella tomara la decisión de irse del país. Cuando Gary me contó lo que iba a pasar, lloré mucho. No concebía la idea de estar lejos de ella, pero no podía buscarla y pedirle que se quedara. Esos días eran de mucha confusión. Como dije, Álvaro era como un hermano mayor, nunca sentí atracción por él. Entre el lícor y la coca me desinhibí más. Sólo recuerdo que nos quitamos la camiseta porque sudábamos mucho. Empecé a hablarle de los resentimientos con mi padre y de mi miedo a quedarme solo. Me tiré en la cama con los brazos extendidos y mirando el techo imaginaba cómo hubiera sido mi vida sin la fama. Álvaro se acostó a mi lado y empezó a acariciar mi cabeza. Sus dedos jugaban entre mi cabello. Sentí tanto placer de tenerlo cerca, y estaba tan drogado que ya no distinguía la realidad de la alucinación. Luego de eso todo fue borroso.
Nadie quiso hablar de lo que pasó, incluso Álvaro prefirió callar. Al menos conmigo nunca más volvió hablar de eso. Antonella me evitaba. Gary y Jano trataban de hacerme olvidar lo sucedido. Xendra nunca se enteró. Y Armando se mofaba de mí cada vez que podía hasta que se cansó cuando su hermana ya estaba lejos. Creo que ni él mismo esperaba la decisión de Antonella.
Siempre fui malo para aclarar las cosas. Prefería huir. Como si el escape me hiciera olvidar lo que hice. No era fácil reconocer mis errores y me costaba pedir perdón. Rudy Santamarina distaba mucho de ese personaje seguro que salía en pantalla todas las noches.
Cuando llegué a mi casa, aún tenía el rostro de Álvaro en mi mente. Era increíble como a pesar de los años, su compañía seguía siendo agradable. Yo quería seguir recordando lo que pasó y tenía la fijación de volver a buscarlo hasta aclarar todo.
Entré a mi habitación. Me quité la ropa, quedé en calzoncillos y del cajón de la mesa de noche saqué una pequeña bolsa con cocaína. En el estuche de un CD y con la ayuda de mi tarjeta de crédito peiné la coca, armé tres líneas y las inhalé. Limpié mi nariz con las manos y en los dedos me quedó cierto aroma ácido que me estimulaba más. Era extraño, a diferencia de otras noches, ya no sentía nostalgia. Me di cuenta que podía alcanzar mis metas, que solo era cuestión de terminar de decidirme. Terminar de creer en mi talento. La cocaína me hacía pasar de la tristeza a la omnipotencia, como pasó años atrás. Esa noche juré que tendría más éxito que antes, todos los que me subestimaron iban a arrepentirse porque mi regreso sería triunfal. Mi soberbia había despertado.
Cuando regresé a la grabación de Tiempo de Vivir, entré a la casona pisando fuerte. Mientras me maquillaban tomé café. Luego salí jardín y me senté en el pasto para repasar el libreto. Me tocaba grabar una escena donde discutía con Jano. Fui al camerino y ensayé frente al espejo. Salí otra vez y encendí un cigarrillo mientras caminaba por el jardín. Marita Perales me miraba con atención a lo lejos. Disimulé mi ansiedad releyendo las páginas que debía memorizar.
-¿Rudy? ¿Te sientes bien? – preguntó Jano.
-Sí. ¿Por qué?
-Estás como un poco hiperactivo.
-Nada, amigo. Tal vez un poco nervioso, pero todo bajo control. Ayer estaba meditando y es tiempo de demostrar que estoy más vivo que nunca.
-¿Tuviste sexo salvaje?
-No. Pero creo que ya me hace falta… es una buena idea. ¿Qué harás esta noche?
-Lamento desilusionarte, pero ni por necesidad de visa me acostaría con un hombre.
Contener la risa fue imposible. La frescura de Jano Díaz era encantadora. Y era verdad, él era muy ambicioso en el medio artístico, pero tenía límites a diferencia de otros actores.
-Me parece bien que estés tan motivado, pero bájale un poco a tus revoluciones. La telenovela aún no sale al aire.
-¿Y eso qué? Lo que quiero es que la gente hable de mí. Que vean que no estoy derrotado. Jano, están pasando cosas buenas.
-Cuidado. Ambos sabemos que este es un medio muy ingrato.
-Mira, déjame disfrutar de este momento. te prometo que si algo no va bien, no me voy a tirar a la cama a llorar.
Si algo puedo asegurar, es que todos los años en televisión me hicieron desarrollar olfato para saber si un proyecto funcionaría o no en la televisión. Tiempo de Vivir era una gran apuesta y así lo demostró al arrasar con el rating en su primera semana. Cuando se supo de mi debut en la actuación, se dijo de todo. Antes del estreno, algunos periodistas decían que Jano debió ser el protagonista y criticaban a la productora por el casting. La verdad es que en Camaleones Producciones todos teníamos la fe puesta e inquebrantable.
-Ayer estuve con Álvaro
-¿Qué?
-Fui a buscarlo a su restobar y hablamos, no lo suficiente, pero por algo se empieza.
-No sigas, Rudy, porque juro que te pegaré.
-¿Qué pasa? No veo qué hay de malo…
-¿Antonella lo sabe?
-No…
-¿Por qué? Si no hay nada de malo hubieras ido con ella. Al menos ¿se lo has dicho?
-No…
-Vamos a remover el pasado y todo se va a ir al carajo. Pensé que ese tema ya estaba cerrado… después de tantos años, ya debería estar cerrado.
-Ustedes dicen que todo fue un malentendido. Antonella me ha perdonado. Entonces, ¿por qué el drama?
-Que ella te haya perdonado no significa que lo haya olvidado.
Jano Díaz, el actor de moda, el nuevo galán de la televisión peruana había acertado una vez más. Hurgar en el pasado fue doloroso con el tiempo, pero hoy que lo recuerdo, me ayudó a liberarme de la culpa.
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