¿A quién ama Fito Bissi? (III)
- pedrocasusol
- 18 ene
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Capítulo 3: Sale el sol
Escribe: Rony Mija
Cada vez faltaba menos para volver a la televisión. Los meses de vacaciones no fueron lo que yo esperaba, todo era incierto en mi futuro, o al menos eso pensaba. Mi mente no me daba tregua. El enterarme del ingreso de un nuevo integrante en La noche se mueve me generó una fuerte ansiedad.
Empecé en el mundo del espectáculo cuando era un adolescente. Mi padre siempre se opuso, pero mi madre me apoyaba y con eso bastaba. Salía del colegio y corría al taller de talentos de Camaleones Producciones. Recibía clases de actuación y baile. Eso me permitió conocer a mucha gente que estaba en el mundo de la televisión. La primera oportunidad que tuve fue para presentar la agenda de fin de semana en el noticiero de Hispana Televisión.
-Hola amigo Rudy ¿cómo has estado? – preguntó Armando al ingresar al camerino.
-Aprende a tocar la puerta… ¿qué haces aquí?
-Vengo a que me felicites ¡Soy tu partner! Desde hoy seremos un equipo, un gran equipo. ¡Dame un abrazo!
Armando gozaba con la noticia y al soltarme de su abrazo no sabía qué decir. De cierta forma, saber que era él me dejaba tranquilo porque ya nos conocíamos. No éramos buenos amigos, yo sabía que me detestaba, hasta ese entonces desconocía sus razones, pero luego todo me quedó claro.
Sabía de su deseo por ingresar a la televisión, pero el hacerlo en el programa que yo presentaba no era algo que me provocaba festejar. Armando era de cuidado, cuando algo se le metía en la cabeza no cesaba hasta lograrlo. Él era muy estable y disciplinado. Era el tipo de persona incapaz de clavarte el puñal por la espalda, lo hacía de frente y mirándote a los ojos sin dejar de sonreír.
-Me alegra que seas tú quien me acompañe. Me alegra mucho – dije.
-Haremos cosas maravillosas, tenlo por seguro – ironizó Armando.
Me daba miedo cada vez que Armando era amable porque intentaba descifrar qué quería decir o hacer. Quedaba intrigado al no saber lo que estaba pasando, o lo que podría pasar, me confundía tanto que perdía el rumbo.
-¿Desde cuándo lo sabías? – pregunté.
-Eso no importa… ¿Qué te traes con mi amigo Fito Bissi?
-Nada… al menos por mi parte – respondí con seriedad.
-El día de mi cumpleaños se la pasaron en el jardín y sé que le has estado insistiendo para verse – comentó Armando.
Quise decir algo para terminar la conversación, pero el último comentario de Armando me dejó más que sorprendido. Contuve las ganas de decirle que era su amigo quien me buscaba. Lo miré fijamente y empecé a reír para disimular.
-No te encariñes con él. Cualquiera lo puede hacer en este país, menos tú – me dijo.
-Créeme que eso no está en mis planes para este año – respondí.
-¿Estás seguro?
-Tengo a los amigos que necesito.
-El grupo de enfermeros que te cuidan todo el día. Eres muy intenso y arrastras con tu vida a todos. Eso es malo, amigo Rudy.
-En vez de ser reportero de mi programa deberías pedir la secuencia de psicología del programa de las mañanas.
-Y el primer invitado serías tú. ¿Te imaginas? “Evaluando a Rudy Santamarina”… Como eres un caos, hasta un reality show se podría hacer de eso.
Empecé a reír y por un momento dejé de enredarme con mis pensamientos del por qué Fito Bissi había dicho que era yo quien lo buscaba cuando era todo lo contrario. Lo mejor era no volver a responderle los mensajes ni las llamadas. Marcaría mi distancia para que nadie pudiera decir que lo pretendía. Valgan verdades, yo nunca pretendía a nadie, siempre fui malo para las relaciones amorosas. En mi vida las dos únicas relaciones que tuve duraron exactamente una semana cada una.
A pesar de lo que había dicho Armando, yo seguía pendiente de mi celular. Imaginaba un enfrentamiento con Fito Bissi en el que yo salía ganando. Fantaseaba las mejores frases para repelar sus comentarios y supiera que ese Rudy inmune no era un personaje creado exclusivamente para generar opiniones contrariadas. Yo tenía la facilidad para ser tan simpático como despreciable. Amor y odio me gustaba despertar, de una u otra manera donde iba no era indiferente para nadie. Esa exposición era mi adrenalina, por eso estaba en la televisión, aunque la fama poco a poco me convirtió en una persona solitaria y temerosa de los demás. Estaba sentado en la recepción del canal y vi a Gary caminar muy sonriente. Lo llamé para que se sentara a mi lado, necesitaba conversar con alguien.
-Adivina… ¡una de mis canciones será usada en la nueva telenovela del canal! – expresó Gary muy emocionado.
-Vaya, esa es una excelente noticia… siempre y cuando no te pidan que renuncies a los derechos – comenté.
-Promoción es lo que más me importa. Tener una canción en la telenovela hará que todo el mundo la escuche, hasta quienes no conocen a mi banda.
-Oye Gary, disculpa que te cambie de tema… ¿Qué tan intenso soy?
-Ay no ¿Debo responderte eso?
-Mira, no tengo muchos amigos, no tengo pareja y a veces pienso que la gente me tiene miedo por mi estatus de divo.
-¿Estatus? ¿Divo? ¡cuánta vanidad! La verdad sí eres muy intenso, pero buena onda.
-Gracias, Gary… me subiste la moral – dije sonriendo con complicidad.
-No entiendo qué es lo que está pasando, pero me alegra ver que estás más animado.
-Hoy es mi día de autoanálisis. Estoy preparándome mentalmente para la nueva temporada de La noche se mueve.
Ese fin de semana Fito Bissi me llamaba y escribía con insistencia. Mi resentimiento por decir que era yo quién lo buscaba se acrecentaba más. Tenía tanto coraje que las venas de la cara parecían que iban a reventar. Esta vez no apagué el celular, lo mejor era que él viera que me era indiferente. El lunes siguiente salí a trotar. Lo hacía escuchando música, me sentía relajado, hasta que un carro me cerró el paso y caí al piso. Era Fito Bissi.
-Oye, brother… ¿qué tienes en la cabeza? Casi me matas – le dije molesto.
-Tampoco seas trágico – respondió él muy serio - ¿Por qué no me has contestado las llamadas o los mensajes, mi estimado?
-Mira, no quiero ser mala onda, pero tengo muchas cosas en la cabeza y me siento muy cansado.
-Eso es mentira. ¿Qué hice para que estés molesto conmigo?
-Ahora el trágico eres tú. No has hecho nada, yo soy así – respondí.
-Rudy, me estás confundiendo y mucho…
-El que me confunde eres tú. Desde el cumpleaños de Armando me andas siguiendo y no sé por qué… dime ¿por qué lo haces?
-Porque me agradas. Quiero ser tu amigo… ¿eso es motivo para que te molestes?
-Ya te dije que no estoy molesto.
-Entonces vamos a desayunar, yo te invito – propuso Fito Bissi.
-Hoy no es un buen día… debo cumplir con algo muy especial – le dije.
-¿Cosas del canal?
-No, es asunto personal… De verdad tengo que irme, se me hace tarde.
-Te llevo
Me quedé en silencio, bajé la cabeza para pensar qué responder. Tenía que ser algo directo.
-¿Para qué? ¿Para que luego vayas diciendo que yo te insisto para vernos?
-¿Quién te dijo eso?
-Te voy a dar un consejo porque eres nuevo en este medio. Cuando quieras decir algo, ten cuidado a quien se lo dices… eso te puede cerrar muchas puertas.
-Hablas como si yo fuera una persona interesada. Quien te haya dicho eso, lo hizo solo para fastidiarte y vaya que lo logró.
-Tengo mucha malicia en mi cabeza, demasiada – le dije para intimidarlo.
-¿Y por eso eres tan desconfiado?
-Por eso sobrevivo en este medio.
-Te repito, no tengo malas intenciones… confía en mí. No toda la gente quiere hacerte daño, mi estimado Rudy.
Luego de pensarlo rápidamente, acepté tomar desayuno con él para darle una tregua. Poco a poco la amargura se desvaneció y otra vez su compañía se volvió placentera. Por un momento me quedé en silencio mirando por la ventana. Fito Bissi me preguntó si todo estaba bien y le dije que sí, que estaba pensando sobre el compromiso que debía cumplir. Me preguntó de qué se trataba y no pudo ocultar mi melancolía.
-Ayer se cumplió un año más de la muerte de mi hermana y debo ir al cementerio.
-Cuanto lo siento, Rudy. Debe ser muy doloroso perder a alguien muy cercano.
-Bastante. Aunque ha pasado mucho tiempo, no hay día en el que no piense en ella
Fito Bissi insistió en llevarme en su camioneta al cementerio y no pude negarme. Primero fuimos a mi casa para cambiarme de ropa y luego nos enrumbamos al sur de Lima. En la puerta del camposanto compré rosas color melón, las favoritas de mi hermana. Frente a su tumba me arrodillé y con las manos secaba mis lágrimas. Fito Bissi no dijo nada. Me puse de pie y lo miré con los ojos totalmente humedecidos.
-Perdóname, es algo que no superó – le dije.
-Tranquilo. Todo va a estar bien, Rudy. Eres muy valiente.
-La extraño demasiado… ¿sabes? algo de mí murió con ella
-No digas eso. Piensa que ella no quiere verte así.
-Mi hermana era la única que me entendía, que me aceptaba tal como soy y de pronto, sin avisar se fue.
-¿Te has puesto a pensar qué hubiera pasado si tú te hubieras ido? ¿Soportarías verla tan triste?
Las preguntas de Fito Bissi me dejaron pensativo. No tenía argumentos para seguir revolcándome en mi dolor.
-Lo único que me pregunto es si ella me sigue queriendo a pesar de las estupideces que hice y que sigo haciendo.
-Eres un ser humano, no te autocastigues tanto.
-Hice muchas cosas de las que me arrepiento todos los días y por más que trato de sacarlas de mi mente, son más fuertes – comenté.
-Vuelve al presente, mi estimado. Construye una nueva realidad, no te des por vencido… eres capaz de hacerlo.
-¿Y cómo empiezo?
-Deja de cuestionarte y empieza a reconocerte.
Fito Bissi se acercó y me abrazó. Bastaron unos segundos y yo hice lo mismo. Yo esperaba que después de ese día empezáramos una sincera amistad. Las personas como él son adictivas. Regresamos a Lima, casi ni hablamos durante el trayecto. Me dejó en la puerta del edificio donde vivía. Entré a mi apartamento y me paré en el balcón para ver la calle. Volví a pensar en mi hermana y recordé lo felices que éramos de niños. Estaba preso entre tantos recuerdos.

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